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DIRIGENTES A LA ALTURA DE LAS CIRCUNSTANCIAS…

(Por Mariel Emilce Alejandre *) (Foto). Especialmente en las grandes ciudades, a diario los bioquímicos experimentan sentimientos encontrados en su desempeño profesional, con logros científicos pero con carencias de todo tipo, que suelen superan con creces los aspectos positivos. Sentirse subvalorados dentro del equipo de salud, anónimos y sin reconocimiento social. Considerarse indefensos frente a otras profesiones, cuyo poder de lobby consigue normativas educativas y matrícula nacional en análisis clínicos, que los avasallan y reducen su campo de ejercicio profesional. Verse ilegalmente incluidos en gremios que nuclea a obreros, técnicos y administrativos, con sueldos y condiciones laborales ajenas a su jerarquía; son algunos de los males que enumeran.

Pese a ello, los bioquímicos de CABA no parecen relacionar dichos problemas con la principal entidad responsable de sus pesares: el Colegio Oficial de Farmacéuticos y Bioquímicos de la Capital Federal. Respuestas como “el Colegio no me sirve de nada”, “no defiende la profesión”, “solo se preocupa por recaudar una cuota que no se traduce en ningún beneficio”… son una constante. La disociación entre la importancia que reviste la institución y los problemas que provocan los déficits de su conducción, derivó en la permanencia por más de 30 años de los mismos dirigentes bioquímicos, máximos responsables de la realidad que padecen los colegiados.

Es así que en los últimos tiempos un grupo de colegas nos decidimos a participar, aportando otra mirada. Hemos peticionado a las autoridades, hemos comprobado y denunciado incumplimiento estatutario; y asistido a reuniones conjuntas con autoridades del Colegio en sede de la Inspección General de Justicia, para firmar acuerdos destinados a promover una mejora de la calidad institucional. Hemos trabajado de cara a los colegas, compartiendo todas las acciones llevadas a cabo, en los distintos canales de comunicación.

El ¨yin y el yan¨ de nuestra participación hizo que como respuesta a aquellos reclamos y respetuosos pedidos de informe, meses antes de la elección 2019 seamos víctima de maniobras acordes a una “vieja manera de hacer política”, con el único fin de atemorizar y proscribir candidatos. Sufrimos maltrato al acudir a la institución, se nos envío al Tribunal de Disciplina y se nos persiguió en nuestros lugares de trabajos con cartas documentos y visitas personales intimidatorias del escribano del Colegio. Fuimos víctimas de un juicio civil realizado por el Presidente y Secretaria de la entidad, siendo amedrentados por su abogada, a quien luego no hicieron figurar en el acta firmada en instancia de mediación (“abogada carancho”).

Para que nuestra agrupación, Frente Naranja, desista de participar, el oficialismo adelantó un mes la fecha de las elecciones restringiendo con ello el tiempo disponible para cumplir con los requisitos estatutarios. Ya en instancias de oficialización de listas y a pesar de nuestra oposición, una Junta Electoral parcial aprobó dos listas “colectoras” (Lista Blanca y Lista Roja), con igual candidatos a Consejo General, Comité Revisor de Cuentas y Tribunal de Disciplina que la lista oficialista Violeta y Blanca.

Como broche final perpetraron una campaña sucia mediante injuriosos y mentirosos mails y publicaciones en redes sociales; inaceptables aun más, en colegas que ostentan la dirección de cualquier institución. Acción que mereció el repudio generalizado, dejando en evidencia que aunque todo se puede, éticamente mucho no se debe.

Éstas maniobras, que no me alejan de mis convicciones, traen a la memoria los “desvíos negativos de la democracia” enunciados por el filósofo, político y economista inglés John Stuart Mill, quien afirmaba que aun bajo regímenes democráticos, los que resultan ganadores pueden ejercer una tiranía de la mayoría, sometiendo a una minoría que no los eligió. Aunque cabe mencionar que en 2019 menos del 20% del padrón bioquímico del Cofybcf sufragó y comparando con 2016, se acercaron a votar aproximadamente un 30% menos de los colegas. Apatía, desconocimiento, el no te metas!… y el miedo que paraliza, conspira en contra de los propios intereses.

Necesitamos “despertar” y exigir dirigentes que estén a la altura de las circunstancias, porque enfrentar los múltiples desafíos que aquejan a la profesión, es tarea de todos.

Es tarea de Docentes Universitarios forjar profesionales sólidos, sin descuidar la construcción de personalidades fuertes, participativas, con notable autoestima y que comprendan su misión.

Es tarea de Colegios Profesionales enfatizar el rol social de la profesión, “salir de la caja”, incentivar la participación y llevar la voz del colectivo profesional, abandonar el espíritu sectario y acomodaticio, en pos de uno revolucionario y vanguardista.

Es tarea de Sindicatos de Profesión defender en paritarias derechos laborales y beneficios diferenciales acordes a un trabajador jerárquico; y realizar campañas de concientización a colegas sobre la necesidad de agremiarse.

Pero fundamentalmente es tarea de todos los protagonistas de una profesión centenaria, aprender a trabajar en conjunto para reposicionar al bioquímico dentro del equipo de salud y frente a una sociedad que demanda servicio y mejoras en su calidad de vida.

(*) Docente Autorizada del Dpto. de Bioquímica Clínica, FFyB-UBA. Doctora de la Universidad de Buenos Aires. Colegiada 6699.