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ENTREVISTA AL DR. JOSE OYHAMBURU

LA PEOR DE LAS CRISIS EN LA HISTORIA DE LOS ANÁLISIS CLÍNICOS EN LA ARGENTINA

De vuelta de las vacaciones nos hemos encontrado con el Dr. José Oyhamburu y en nuestro intercambio quedó una vez más de manifiesto que la grave crisis de rentabilidad de los laboratorios sigue siendo un problema top, acuciante. Como todos sabemos, esto está dominando el panorama del ejercicio profesional de los últimos años, y se ha agravado en los últimos meses.

En su apreciación, la bioquímica está viviendo el final de un ciclo que empezó a gestarse ya hace 29 años con la desregulación de 1991 (Ministro Domingo Cavallo), y que se potenció porque al revés de lo que hubiera sido una actitud coherente “lejos de estrechar vínculos, la circunstancia nos llevó a la desunión”, expresó.

Nos dice que una consecuencia de la desregulación fue la aparición de grandes laboratorios que permitieron abaratar enormemente el costo analítico, y este hecho no fue  en beneficio de los otros laboratorios. No se entendió o no se quiso o no se pudo hacer de otra manera y finalmente lució como una iniciativa poco altruista y que llevó a que hasta la FFyB (UBA) organizara una mesa de debate por este tema en 1995.

Nos contaba el doctor Oyhamburu que seguramente el ejercicio de la bioquímica va a sufrir una enorme transformación y nos expresó su temor por la suerte de los laboratorios periféricos o de comunidad, alejados de los grandes centros pero tan necesarios para atender a los vecinos de las pequeñas localidades o de barrios descentralizados de las grandes ciudades. Que por el momento, solo está viendo que así las cosas, el capital de trabajo se irá envejeciendo junto con sus dueños, y que además una parte significativa de ese capital servirá al final para pagar indemnizaciones.

A nuestra pregunta sobre las razones de esa situación, nos dice que el modelo de retribución por análisis de la tarea bioquímica ha llevado esto a una situación catastrófica. Con aranceles de lo peor que recuerda, especialmente en el área metropolitana, con impacto en el resto del país que nos mira con odio, porque aún allá con mejores niveles de retribución que aquí, se les hace a los colegas cuesta arriba soportar los efectos de la distancia, fletes, mantenimiento, servicio técnico, acceso a laboratorios de especialidades, etc. etc.

Nos ilustra en que solo el esfuerzo por atender la ejecución analítica lleva a los laboratorios a una inversión de capital enormemente desproporcionada respecto de las posibilidades de amortización en un tiempo lógico, y que de esta manera, esto se transforma en algo así como una hipoteca de por vida a la cual solo se podría satisfacer con un esfuerzo propio de la esclavitud a un negocio súper inelástico.

Pero que aún pudiéndolo hacer resta por considerar que para hacer análisis hay que atender pacientes, la primaria e ineludible atención de los pacientes – “dígase la tremenda tarea preanalítica” – asunto no debidamente tenido en cuenta, que no admite ningún tipo de automatización. Que se trata de una labor cada vez más exigente y que adquiere dimensiones que absorbe hoy de los bioquímicos recursos más abultados aún que los necesarios para efectuar los análisis.

Y otro tema a considerar – añade – es el de una enorme cantidad de datos que es el producto y verdadero capital de un laboratorio. Que no está para nada explotado, que con aplicación de la minería de datos y de sistemas inteligentes debería ser para conocimiento sobre la patología que está en juego en cada paciente, útil para la prevención, seguimiento, racionalización de las prestaciones y otras derivaciones en beneficio de la tarea médica y sanitaria y obviamente de los laboratorios. Un plus desaprovechado.

Y que todas estas situaciones, con el común denominador de procesos bien diseñados y bien ejecutados – o sea un buen plan de calidad en marcha – son la base de un buen rendimiento que conlleva un esfuerzo importantísimo. Pero en este momento, todo esto va a ser un sueño. No va a haber con qué, salvo algunas excepciones.

– ¿Usted le ve alguna salida inmediata a esta tan dramática visión?

Su respuesta fue – entendemos – la lógica del momento. Nos expresó que la escala de trabajo de la mayoría de los laboratorios es la de una Pyme, recibiendo poquísima plata de los pagadores, y que en el desarrollo actual que es de su conocimiento, con muy pocas posibilidades de acceder al crédito como mecanismo de financiación.

Y que aún a través de las asociaciones mutualistas, las chances de invertir con una lógica de recupero de la inversión, conducen a situaciones claramente desventajosas por no decir a veces imposibles. Como ejemplo nos cita que adquirir para renovar un solo instrumento de los importantes de laboratorio es equivalente a la compra de un automóvil. “Y un laboratorio tiene varios instrumentos. No uno solo!” agrega, y además hay que pagar los consumibles, y el sueldo y las cargas sociales de los técnicos, administrativos, mantenimiento, etc. Y agrega, que además, entre una cosa y otra, en un laboratorio se ven involucradas varias familias, y esto sube tremendamente la responsabilidad de los dueños.

Que en orden a una salida exitosa, aspira a que la unión de esfuerzos a través de las organizaciones profesionales se constituya en la vía de elección para salir de una crisis que como todos sabemos se extenderá en el tiempo. Que eso requerirá de los colegas un gran esfuerzo por entenderse los unos con los otros, para poder concretar un accionamiento sólido frente a los pagadores, y para lograr un servicio consolidado que llegue a la sociedad con la calidad suficiente y con la optimización de la de por sí magra retribución que se recibe.

Todo esto referido al desde ya importante y significativo sector privad o, y falta evaluar aún cuál es la situación del sector público.

¿Y los proveedores del sector IVD?

Tema aparte, nos dice. Nos ayudan mucho pero no logramos con ellos una acción ordenada detrás de un mercado que es de interés común.

¿Y hacia dónde va esa transformación de la que usted habla?

Creo, nos dijo, que los bioquímicos deberemos trabajar todos juntos, o tan juntos como se pueda, y convencernos de que el ejercicio de la profesión liberal, como se la ha venido defendiendo hasta ahora, deberá dar paso a una gestión de innegable escala empresarial.

Tantas facetas han quedado planteadas después de este breve encuentro, que NB comprometió al Dr. Oyhamburu a otro con datos en mano para tratar de analizar objetivamente este panorama.